Por Juan Carlos Bergonzi
En diciembre de 1955 la Argentina
había cambiado de gobierno. La Revolución Libertadora ocupaba el poder desde el
derrocamiento de Juan Domingo Perón. La Guerra Fría estaba en su apogeo. Al
mundo bipolar le faltaba recorrer más de tres décadas y media para su
desarticulación.
Rosa Parks, el primer día de diciembre
(1955) regresaba a su casa en un autobús luego de una larga jornada laboral
como costurera. Vivía en Montgomery, Estado de Alabama. La segregación racial
imperaba en la ciudad y era ella víctima de normas impuestas a las
personas con la piel negra.
Sentada en la sección para blancos del
transporte público tenía la obligación de ceder su asiento si ingresaba una
persona no negra y reubicarse en las butacas asignadas a los de su color. No se
quiso levantar, dijo que estaba cansada y que continuaría su viaje en ese mismo
lugar vedado, El chofer le indicó, con voz alta e imperativa, su deber de dejar el espacio. Se
negó y fue detenida y multada por la policía.
Rosa era una habitante de un estado que
–en la guerra civil norteamericana- peleó contra el norte no esclavista decidido a liberar la población negra. Esto
quiere decir que el clima de convivencia era difícil; fanáticos y
segregacionistas con influencias atávicas no
admitían la igualdad entre los seres humanos.
La marginación se extendía a escuelas,
lugares de comida, baños públicos: leyes del siglo anterior tenían ascendente
en reglas para negros distintas a los de los
blancos. La Joven Rosa Parks, que al momento del incidente tenía 42 años, no
dio el brazo a torcer y provocó, en un marco de tensiones y agravios, una
corriente de resistencia pacífica tendiente a que los negros, usuarios de las líneas de colectivos, dejaran de utilizar ese medio de traslado.
Con la consigna “mis pies cansados, mi alma liberada” gran parte de los negros (o llamados afroamericanos) dejaron de subirse a los autobuses por 380 días.
Algunos caminaban hacia sus trabajos nueve kilómetros. A esa desobediencia
civil se sumó con entusiasmo el joven pastor Martin Luther King un líder que de alguna
manera nacionalizó el conflicto de Montgomery.
Con la convicción de luchar en forma
pacífica, más de treinta mil miembros de la comunidad negra, con su
extenso boicot al uso de los autobuses, lograron que el
Tribunal Supremo eliminara la segregación racial en el sistema de transportes
en esa ciudad sureña. Luego en 1964 una ley federal terminó con las leyes
racistas que disponían espacios separados para negros y blancos.
Rosa Parks se mudó de Alabama y siguió
su carrera de militante de la igualdad frente a los derechos civiles. Cuarenta
años después recibió altas
condecoraciones entre ellas medalla de
Honor del Congreso de los EE.UU. Llegaron a decir que ella había transformado EE.UU y ser un símbolo de la libertad.
Murió a los 92 años. Demostró a su pueblo y Nación que los cambios legítimos, originados en la consciencia de la sociedad civil, no tienen limitantes. El modo pacífico de su protesta y demostración de hartazgo, frente a la vulneración de sus derechos, quedó grabado no sólo en su país sino en este mundo global. Una
mujer extraordinaria. Inolvidable.
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2 comentarios:
...bueno profesor; tuvo suerte esta mujer pues tantísimos otros, que lucharon a consciencia por su dignidad humana o instintivamente reaccionaron ante la injusticia, no llegaron a viejos...
Es verdad lo que usted dice. El pastor Martin Luther King - dentro de la misma lucha que Rosa Parks,es un ejemplo que ratifica su comentario.
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