Otras Yerbas

El chico corre y su campera de jean se va manchando con sangre. Unos ursos lo siguen y entre todos le pegan donde pueden. El cronista intenta describir pero solo le sale adjetivar. Esto que veo en TN será la apertura del noticiero del mediodía. Golpes, corridas, una facultad tomada. La información es pobre, pero la imagen es fuerte, con eso alcanza.
El cronista dice que son los estudiantes los que impiden la reunión de la Asamblea Universitaria, según sus palabras, "el órgano más democrático de la Universidad". Su afan de documentalista no se detiene, ingresa con la cámara a la facultad que ya no está tomada. Los incautos televidentes no han visto cómo estaba antes, pero ahora pueden ver que de los baños sale agua hasta el pasillo, que hay vidrios rotos y bancos en las escaleras.
Los imaginarios que dispara el informe son oscuros y estigmatizantes. Los que hayan pasado por una universidad tendrán algo que cuestionar, el resto se tragará el sapo de los héroes y villanos. Una oposición simple y digerible a grandes cucharadas, como la novela de la tarde.
El periodismo televisivo debe haber muerto, pienso. En su lugar han puesto a desfilar los cadáveres de noticias que se reciclan en programas de debates.
Lejos de contribuir a la opinión, la televisión, reproduce lo que su audiencia ya pensaba desde antes. Esos ecos que rebotan por todo el país donde no hay otro dicurso que se oponga. Y la información, mientras tanto, se convierte en la aguja del pajar.
Informarse cansa. Es un trabajo que conjuga la necesidad de saber con la habilidad de buscar. Y aunque los teóricos dicen que la información es hoy más accesible, para encontrarla hay que poner en juego nuevos saberes. Por ejemplo, nadar contra la corriente y desconfiar.

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