Alfonsín Presidente

                                       
                           

                Hace 37 años la democracia fue restablecida 

 

La   asunción, el 10 de diciembre, fue otro acierto comunicativo del presidente electo y su equipo: esa fecha recuerda el día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada por las Naciones Unidas. El simbolismo fue claro, contundente: convivir bajo normas y leyes republicanas fue el compromiso del candidato ungido  presidente de la Nación.

 En esa soleada y brillante jornada primaveral Raúl Ricardo Alfonsín habló desde el histórico edificio del cabildo en la plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires. El balcón de la casa Rosada esa vez  quedó vacío.

Como lo había dicho a lo largo de su campaña no propuso  una clásica salida a través de los votos. Quería profundizar en la urdimbre de la sociedad argentina y las calamidades vividas en décadas previas. “Una entrada a la vida” tocaba el alma colectiva, incluso entre aquellos que no sufragaron a favor de su candidatura.

El flamante presidente habló con el corazón. ¿Si había sido capaz de derrotar en elecciones intachables al adversario invencible, el peronismo, cómo no transmitir un mensaje de gran esperanza? 

El edificio colonial, epicentro fundacional de la patria otorgó la atmósfera adecuada para ratificar  que el preámbulo de la constitución nacional no era letra muerta.

En ese  “texto laico” se concentraba el espíritu de esa jornada memorable que abría la puerta a creer y aceptar, con madurez, una república  sin disociaciones, de sanos pactos y acuerdos  con la imprescindible unidad de todos los argentinos

 El ciclo de la democracia recuperada comenzó hace 37 años. Un hombre honesto, con fuerte poder de persuasión llegaba para presidir un país devastado por el autoritarismo y la soberbia donde todo fue posible.

Se recuerda la presidencia de Alfonsín con nostalgia. En ocasiones con culpa. Persiste en  la memoria de los argentinos como una de las ilusiones cívicas más trascendentes en la historia política nacional.

 

 

A 37 años de la campaña y triunfo de Alfonsín.

                                        

En los actos de campaña el saludo a la distancia  con los brazos en alto y las manos tomadas, reiteraba ese encuentro de un hombre con el pueblo. "Ahora Alfonsín"     y   la muchedumbre contestaba "ahora todos". La placa oval con las iniciales del candidato sobre los colores celeste y blanco estaba en la retina de un público exultante, con la esperanza puesta en ese candidato que había demostrado la mayor capacidad de comunicación política en varias décadas.

Representaba el cambio, el futuro promisorio. "Una entrada a la vida" como se sugirió uno de los eslóganes con más apropiación por la masa de electores.

La Argentina salía de una larga noche de desencuentros desde la década de 1950. Interrupciones militares,   proscripciones, el regreso de Perón, el tumultuoso ciclo 1973-1976   el golpe exterminador del 24 de marzo de 1976 y el  terrorismo de Estado.

La derrota militar en Malvinas   selló el fin del facto.  La puerta a un porvenir cierto se abría de la mano del   máximo dirigente del Movimiento de Renovación y Cambio de la tradicional Unión Cívica Radical. Desde el 10 de diciembre de 1983, el aglutinante "Ahora Argentina"  pretendía dejar atrás  rivalidades de la coyuntura electoral.

La unión de todos los argentinos era más que imprescindible para despegar de un pasado atravesado por muertes, desapariciones, desarticulación del aparato productivo, fuga de capitales, creciente endeudamiento privado y público, exilios.

El candidato a ocupar la Casa Rosada  el 10 de diciembre de  1983 preparó su campaña electoral con un grupo de expertos en comunicación especializados en publicidad. Publicidad y política no habían registrado en la Argentina grandes resultados. Los publicitarios habían comprobado, desde la experiencia de un atávico capitán ingeniero* la imposibilidad de hacer verosímil su plataforma de gobierno o imponer positivamente su figura al igual que una marca de salchichas. 

En 1983 Alfonsín debió competir con el peronismo   en una confrontación abierta, sin proscripciones de partidos o candidatos. Las dos grandes fuerzas políticas del país iban a definir, con el veredicto de las urnas, la conducción nacional para los próximos seis años.

El radicalismo había sido desalojado del poder a mitad del mandato del presidente Illia en 1966. Un golpe de Estado programado con más de diez meses de anticipación dio paso al reiterativo autoritarismo militar. Se inauguró la llamada Revolución Argentina que concluyó en 1973 con el ascenso, por tercera vez, del justicialismo al gobierno de la Nación. Tres años después, muerto ya Perón, su esposa Isabel fue destituida por un nuevo golpe militar en marzo de 1976.

El gobierno   entre 1973-76 dejó una imagen de violencia política, enfrentamientos internos, marcada intolerancia y protagonismo de personajes que la opinión pública llegó a detestar y temer.  

El postulante a la presidencia de la Nación, nacido en la ciudad bonaerense de Chascomús, comprendió como nadie el momento cultural y comunicacional de la Argentina que surgía de la noche y niebla.

Se apoyó en colaboradores publicitarios con la debida aclaración de que no serían ellos los que formularían la filosofía o el estilo de la campaña. Los puntos fundamentales citados en Cómo se hace un presidente de Alberto Borrini dejan en claro la claridad estratégica de la empresa: "Una buena campaña publicitaria debe ser el reflejo del candidato, de ninguna manera el candidato el reflejo de una agencia de publicidad".

El candidato debía "exponer a su agencia, con detenimiento, su filosofía y su estilo". "Se debe incorporar profesionales que compartan sus ideas". Se recomendó, también, "investigar en forma sistemática la opinión pública".

Los alcances de intervención del actor principal y de los secundarios permitieron acuerdos sobre la desafiante combinación comunicacional: publicidad política. ¿De qué hubiera servido una estudiada campaña publicitaria, sin las características del gran comunicador Raúl Alfonsín? Es probable que de nada. Alfonsín supo interpretar el contexto de necesidades de la población que estaba harta de soportar censuras, persecuciones, asesinatos y devaluación de su vida cotidiana, con especial énfasis desde 1976.  

El postulante, Italo A. Luder, un hombre de prestigio dentro de las filas del justicialismo por su formación intelectual en el campo del derecho, perdió credibilidad en gran parte de la sociedad nacional. Su estilo pulcro no se compadecía con el incendio de ataúdes que inexorablemente se relacionaba con la violencia política a la que nadie quería regresar. Se deseaba un largo tiempo de paz. De entendimientos y de consensos. El peronismo no admitió    que la sola invocación mágica del nombre Perón no era suficiente.

En 1983 la televisión presidía en pantalla a color   la sala de los hogares. Los actos, carteles y pintadas callejeras fueron valiosos, pero no alcanzaron El entorno de Luder opacaba su figura en cada encuentro o concentración multitudinaria. En este caso la comunicación se divorciaba de la cultura emergente de la época; separación no admisible: comunicación y cultura son inseparables.

Alfonsín supo que su adversario contaba con millones de afiliados. "Un partido político de los más grandes del mundo" se repitió con sentimiento de triunfo inevitable. El que sería presidente no se doblegó. Estaba hablando, con su voz agradable y su mirada calma, al corazón de miles de jóvenes y adultos que querían torcer la frustración colectiva desde otra concepción de la ética y la práctica política.

 Una forma clásica de definir un acto de comunicación es ¿Quién dice qué, en qué canal, a quién y con qué efecto? El hombre de Chascomús tenía una clara percepción de la aplicación justa, humana y precisa del modelo del profesor norteamericano Harold Lasswell. El célebre "paradigma" estuvo incorporado en cada emisión de mensajes por distintos medios al potencial elector.  

En el terreno de la retórica aristotélica, Alfonsín siempre contempló en su discurso la situación en que lo emitía, el tiempo al que se refería, los fines y, en consecuencia, la actitud del oyente.  Comprendió la ecología cultural de la naciente era posdictadura.

El líder radical decidió entrar en la trama de la conciencia nacional con propuestas beneficiosas para la comunidad toda. No agredía, no denostaba. Inspiraba un cambio colectivo con proyección de político nuevo, diferente. ¿Qué advirtieron los votantes en eslóganes tales como "Sin usted no habrá país". "Afíliese. Para participar, proponer, avalar, determinar. Para tener la posibilidad de elegir. Y de ser elegido" o referirse a "Vivienda. Medidas para que su vida cambie: jubilación, trabajo para todos, salud" ¿Fueron propuestas superadoras en sí mismas o el "quién dice que" confirmó progresivamente aquello de que era el "hombre que hacía falta"? No solo ofrecía una salida electoral sino una entrada a la vida.

Alfonsín sumó a su  campaña   productos comunicativos sensibles. Algunos hasta las lágrimas como el film  La República Perdida Una película sensible e inteligente que rescató lo mejor del peronismo y dejó un sutil mensaje sobre el ocaso de ese movimiento.

 Se abría otra oportunidad sintetizada en la memorable metáfora de la bisagra y la historia. Era la hora de iniciar algo distinto, sin renegar de lo bueno del pasado.

El candidato utilizó el esplendor de los medios vigentes a principios de 1980, pero además ejercitó el contacto personal y directo con sus admiradores y simpatizantes. Hizo promesas, denunció alianzas y pactos que erizaron la piel. Habló de todo sin ambages: desnutrición, Malvinas, indexaciones; explicó a las madres su intención de privilegiar la educación por sobre el servicio militar.  

Propuso enfrentar la creciente desocupación. Impuso a su discurso un tono institucional con las palabras del preámbulo de la constitucional nacional. Una oración que emocionaba y dejaba asentado el carácter inclusivo  de la propuesta electoral.

El hombre que hacía falta obtuvo más del 50% de aprobación de los argentinos. No fue una creación publicitaria con contenidos políticos. Fue un eximio político que supo establecer una comunidad de intereses con una sociedad golpeada por el autoritarismo en sus más diversas expresiones e intentos de democratización. Entendió que la empatía es una de las claves en los procesos de comunicación humana y, como demócrata, se inspiró para decirle al pueblo que estaba listo para conducirlo.  

Lo escrito en esta nota es conocido. Sólo se propone recordar aquella etapa electoral y la figura del presidente Alfonsín. El modelo comunicativo utilizado fue sorprendente, moderno. Se dio un gran salto en la forma de comunicar el mensaje político. Ocurrió en el ultimo tramo del siglo 20, hace 37 años. Alfonsín triunfó en las elecciones del 30 de octubre y asumió la presidencia de la República el 10 de diciembre para el periodo  1983-1989.

 

 * Álvaro Alsogaray   recordado por su famosa frase  como ministro de Economía del presidente Frondizi (1958-1962) "Hay que pasar el invierno"




Un personaje inolvidable

 

      Samuel Maugeri: lo distinto y lo entrañable

                                              In memoriam

 

Por Juan Carlos Bergonzi

 

   Hoy, 22 de agosto, es el cumpleaños de Samuel Maugeri. No está entre nosotros. Partió hace 15 años  y aún subsiste en el barrio y en la ciudad el recuerdo de su estilo ameno, sensible y  dispuesto a intervenir en una charla entre amigos. Pertenece este señor a los afectos  persistentes, vigentes  a pesar de su ausencia. Se lo tiene presente como un personaje inolvidable, de mucha visibilidad social, con quien compartimos, aventuras, angustias, escasez  y momentos gratos, insuperables.

    Con su particular forma de entender la existencia humana su figura coincidió con nuestros años de crecimiento personal; trabajos, nacimientos de hijos y éxodos a otros sitios en busca de estudios o nuevas oportunidades. Fue testigo silencioso de idas y reencuentros en los tórridos veranos, época que retornábamos al fenómeno  de la llamada temporada de aire, sal  y sol donde  Carhué-Epecuén era  una fiesta.

     Siempre era el primero en registrar al amigo que volvía. Parado en una esquina del barrio, estaba ahí, listo para el   efusivo saludo y presentaciones si correspondía.   No preguntaba   nada si comprobaba algún cambio familiar. Tampoco lo hacía estando a solas. Una discreción envidiable que lo preservaba de comentarios eventuales que le pudieran solicitar.

      Samuel con su nariz prominente,  ojos claros y pequeños, dentadura increíble que lucía en su risa fácil, manos cultivadas en largas sesiones no fue un miembro estándar de la comunidad. Obtenía protagonismo con esfuerzo en  monólogos sobre andanzas en el territorio femenino, anécdotas de viaje con sus hermanos  o agradecimientos a familias que le brindaban contención y afecto.

       Era un distinto que luchó por pertenecer. Tal vez, los que lo rodeábamos no advertimos su entusiasmo por comunicarse, agradar, estar con el otro. Si sentía soledad, la combatía con acciones directas. Amparado  por su padre Vicente y sus hermanos, en especial Daniel, daba cuenta de ese abrigo  con satisfacción, orgullo y humor. Agradecía que su vida cotidiana transcurriera  sin sobresaltos, de manera holgada y sin excesiva necesidad de cumplir obligaciones laborales.

   Integró mesas en bares, clubes;  concurrió los domingos a la Iglesia Evangélica de la avenida San Martín. Para ir al servicio religioso se vestía con su mejor traje y,  con andar cansino,  llegaba con gran porte itálico y se integraba con otros fieles que lo recibían con aprobación. Asistir al oficio dominical era gratificante para su padre quien, con su sabiduría y paciencia, lo guiaba en su vida de hombre distinto.

        Con Daniel, su hermano protector, tenía un vínculo intenso. Era una relación profunda, incondicional, donde siempre hallaba seguridad y la palabra de aliento. Daniel era su referente máximo, más cuando el padre ya no estaba.

         Su interacción social la supo manejar con habilidad. Todos los que lo conocieron registran la impronta de Samuel, sus dichos y sus actos de generosidad. Vale aludir a su trabajo de canillita donde   voceaba el titular de   primera plana desde su bicicleta. Anticipaba la información y estimulaba  la compra del periódico.  

          Nos ha quedado esa imagen de niño-hombre observador, con sus manos unidas por detrás, espalda algo encorvada y sus ojos puestos   con insistencia   en detalles hasta conseguir la preferencial atención del interlocutor.

           Samuel provoca  un recuerdo entrañable de tiempos vividos con la amistad como valor predominante. Nos queda  la percepción de un ser humano noble, inquieto, testarudo, solitario pero con una gran cuota de felicidad que luchaba   por sostener y contagiar. Extrañamos al querido Samuel. 


       

        

 

Travesía entre dos ciudades

  Dibujos de bicicleta para niños. Imprime y colorea este dibujoDibujos de bicicleta para niños. Imprime y colorea este dibujo

                                              CARHUE-PUAN       

 

   Las bicicletas casi flamantes inspiraron a dos amigos de la etapa adolescente a embarcarse en un proyecto  que, especularon, no ofrecía  riesgos. Sólo esfuerzo, resistencia. El principal objetivo era cumplir el deseo de romper la inercia y hacer algo nuevo. Ampliar horizontes.*

   ¿Qué hacer entonces?  Los libros de aventuras leídos, el cine que miraban en Cine teatro  español y el Gran Sud les sacudían el espíritu juvenil, protegido por el razonamiento de inmortalidad que se tiene en esos años de transición de la condición humana.

    El permiso de sus padres estaba otorgado. Los gastos serían mínimos, la seguridad estaba garantizada. Ellos vivían en una ciudad donde nadie tocaba lo ajeno. Se devolvía lo encontrado.  Dejar la bicicleta sin atar, en cualquier lugar, era una pauta cultural instalada sin debates. Y así, otras muestras tales como puertas abiertas, automóviles con las llaves puestas y motor encendido mientras su propietario hacia un trámite urgente. **

     El plan de marcha estaba rodeado de ese marco de convivencia. Nunca hablaron en los preparativos  sobre un eventual ataque o robo. No se concebía. Era la fuerza de las normas, escritas o no, acatadas sin quejas. El aire de libertad los impulsó a largarse un domingo en las primeras horas hacia el objetivo buscado: Puán distante  50 kms.

      En esa bella ciudad serrana tenían algunos conocidos. Los atraía el misterio de los cerros, la producción láctea y, en fin, ver otra realidad. Salir, tomar aire y gastar la abundancia de energía física.

      Es probable que el mes elegido para acometer la aventura fuera noviembre. Calor, días con abundante luz solar. Había que  pedalear hasta allá, dar unas vueltas y emprender el regreso.

       La ruta elegida  es la que aparece al cruzar la ruta provincial 60 en el acceso a la ciudad. Camino severo, con arena y piedras.  Iban alegres, sin infladores, repuestos para pinchaduras, herramientas básicas. Tal vez pensaban que a ellos, nada les podía salir mal.

       Les faltó la hoja de ruta dentro de lo que se establece como el plan de viaje. Avanzaron velozmente y, todavía dentro de la ciudad de salida, saludaron a la mamá de uno de ellos que tempranamente se dirigía a la parroquia Nuestra Señora de los Desamparados. Levantó una mano y les dejó una sonrisa. ¿Habrá rezado por ellos? Seguro que sí.

        Luego de unos kilómetros de avanzar el camino les presentaron dos opciones: hacia la derecha o cruzar las vías del FF.CC. y continuar. Eligieron la primera. El tiempo pasaba y la estación Erize no aparecía en el horizonte. Habían leído en la entrada de un campo “La Maravilla”. Siguieron con más énfasis y finalmente se encontraron con una población en estado de celebración. No era Erize, tampoco Puán. ¿Qué ocurrió? Cierto desencanto los tocó. Se acercaron a unos jóvenes y preguntaron ¿Dónde estamos, cómo se llama este pueblo? San Miguel Arcángel, distante 48 kms de Carhué.

        Se quedaron unos minutos más y se enteraron que el clima de fiesta era por el arribo de un obispo a bendecir una piedra fundacional de un futuro edificio destinado al culto católico. Intercambiaron algunas informaciones   y decidieron regresar a casa.

         Esa  noche decidieron ir al cine. Durante la proyección uno de ellos sintió dolores en las piernas pero  lo dejó pasar. La narrativa cinematográfica de Hollywood lo distrajo y finalmente se olvidó de las molestias musculares.

         Al domingo siguiente, mejor asesorados, partieron hacia el objetivo inicial: Puán. Cruzaron los rieles, se aproximaron a  Erize y luego a la pintoresca ciudad serrana. Allí compartieron la amabilidad y generosidad de la familia de Víctor Diaz Sánchez; almorzaron y de nuevo retornaron al punto de partida. Felices. Hasta compitieron   con un Ford T cuyo conductor lo incitó a acompañar su marcha y ganarle en velocidad. No pudieron, el  T pudo más.

          Esta aventura, ocurrida muchas décadas atrás resuena en la memoria de los protagonistas. Siempre creyeron que lo hecho había sido único y novedoso. Es probable que así lo fuera.

           No hace muchos años un amigo   comentó que él con un compañero  hicieron la  ruta  caminando. La información los hizo reflexionar y repasar que la gloria, además de efímera, es opacada por otra   iniciativa  impensable. Y es cuando el narcisismo se desmorona.  

*José Alberto Cacho Intili y el autor de esta nota.

**La ciudad sigue igual. Es confiable y amable.

 

          

Segregación y acción ciudadana


 

                                            "Estaba harta"

   


                                      

Por Juan Carlos Bergonzi

   

En diciembre  de 1955 la Argentina había cambiado de gobierno. La Revolución Libertadora ocupaba el poder desde el derrocamiento de Juan Domingo Perón. La Guerra Fría estaba en su apogeo. Al mundo bipolar le faltaba recorrer más de tres décadas y media para su desarticulación.

    Rosa Parks, el primer día de diciembre (1955) regresaba a su casa en un autobús luego de una larga jornada laboral como costurera. Vivía en Montgomery, Estado de Alabama. La segregación racial imperaba en la ciudad   y era ella víctima de normas impuestas a las personas con la piel negra.

      Sentada en la sección para blancos del transporte público tenía la obligación de ceder su asiento si ingresaba una persona no negra y reubicarse en las butacas asignadas a los de su color.  No se quiso levantar, dijo que estaba cansada y que continuaría su viaje en ese mismo lugar vedado, El chofer le indicó, con voz alta e imperativa, su deber de dejar el espacio. Se negó y fue detenida y multada por la policía.

       Rosa era una habitante de un estado que –en la guerra civil norteamericana- peleó contra el norte no esclavista   decidido a liberar la población negra. Esto quiere decir que el clima de convivencia era difícil;   fanáticos y segregacionistas con influencias atávicas   no admitían la igualdad entre los seres humanos.

       La marginación se extendía a escuelas, lugares de comida, baños públicos: leyes del siglo anterior tenían ascendente en   reglas para negros distintas a los de los blancos. La Joven Rosa Parks, que al momento del incidente tenía 42 años, no dio el brazo a torcer y provocó, en un marco de tensiones y agravios, una corriente de resistencia pacífica  tendiente a que los  negros, usuarios  de las líneas de colectivos,  dejaran de utilizar ese medio de traslado.

        Con la consigna  “mis pies cansados, mi alma liberada”   gran parte de los negros (o llamados afroamericanos)  dejaron de subirse a los autobuses por 380 días. Algunos caminaban hacia sus trabajos nueve kilómetros. A esa desobediencia civil se sumó con entusiasmo el joven pastor Martin Luther King un líder que de alguna manera nacionalizó el conflicto de Montgomery.

       Con la convicción de luchar en forma pacífica, más de treinta mil miembros de la comunidad negra, con  su  extenso boicot  al uso de los autobuses, lograron que el Tribunal Supremo eliminara la segregación racial en el sistema de transportes en esa ciudad sureña. Luego en 1964 una ley federal terminó con las leyes racistas que disponían espacios separados para negros y blancos.

           Rosa Parks se mudó de Alabama y siguió su carrera de militante de la igualdad frente a los derechos civiles. Cuarenta años después recibió   altas condecoraciones  entre ellas medalla de Honor del Congreso de los EE.UU. Llegaron a decir que ella había  transformado EE.UU y ser un  símbolo  de la libertad.

       Murió a los 92 años.  Demostró a su pueblo y Nación que los cambios legítimos, originados en la consciencia de la sociedad civil, no tienen limitantes. El modo pacífico  de  su protesta y demostración de hartazgo, frente a la vulneración de sus derechos, quedó grabado no sólo en su país sino en este mundo global. Una mujer extraordinaria. Inolvidable.

       


      


 


 



 
 

 

                         

 

Cultura y Comunicación en General Roca


                    La obra de Héctor Mutchinick



Por Juan Carlos Bergonzi

Dibujos creativos, originales, inspirados en lo que el autor veía. La intención fue construir un testimonio gráfico de una ciudad que progresaba, se transformaba. Para los ciudadanos, pobladores, niños de esta ciudad valletana fueron y son un reencuentro. Cada uno quiso verse en algo que le resultaba cercano, conocido.

Esta producción artística era la forma de comunicar su percepción de un lugar que amaba. Le interesaba compartir y estableció su código en esos símbolos memorables. La recepción fue inmediata, aceptada y valorada. Compartir sus trabajos estableció un vínculo   que irradió una corriente cultural. Como dice la teoría:   cultura y   comunicación son inseparables.  ¿Influyeron sus labores en la comunidad? Si. Con mucha fuerza y reconocimiento.

Una exposición realizada en su ciudad, del norte de la Patagonia,  objeto de sus miradas, fue  un éxito de asistencia. Más de tres mil quinientas personas se sintieron identificadas en la presentación. Se desarrolló  a continuación una red de simpatías por el autor que reflejaba lo que la mayoría quería; su pueblo su ciudad, donde sus abuelos o padres decidieron sus proyectos de vida.


Héctor Mutchinick el artista que comentamos no está entre nosotros. Cuando fue entrevistado  en marzo de 1992, más de un cuarto de siglo atrás, tenía 49 años y estaba en la plenitud de su trayectoria. Le preocupaban los cambios y las decisiones sobre sitios, edificios históricos que podrían perderse con el llamado progreso. “Las construcciones viejas, las que van a desaparecer”. “Alertar sobre la pérdida del patrimonio histórico”
Se definía como un dibujante de “mano alzada” a partir de su observación minuciosa. “Lo que se ve en General Roca de hoy” (fines del siglo 20). Así es como plazas, edificios, calles y avenidas quedaron en sus carpetas para el presente y futuro. San Carlos de Bariloche estuvo entre los sitios elegidos para sus creaciones.

  


No pudimos verificar si sus numerosos trabajos se atesoran en el Museo local debido a las circunstancias sanitarias actuales. Sí sabemos que en 2001 el embajador de Israel en la Argentina recibió de Héctor un cartapacio con sus trabajos. El diplomático le pidió  permiso para exponer los dibujos en el Museo de la Diáspora en Jerusalén. Un número importante de roquenses y valletanos residentes en Israel deben haber disfrutado de la muestra.

Nieto de inmigrantes llegó a los cuatro años a General Roca, (RN) Su arte silencioso, llamativo y sensible  dejó  un testimonio de cariño y agradecimiento  a la ciudad. Subyace en ese legado   un mensaje dirigido a cuidar el patrimonio que conforma la identidad.  En su homenaje, su obra,  no debe caer en la fragilidad del olvido.

Recreación de  “Aquello que amamos” nota publicada  en el diario Río Negro el 2 de marzo de 1992.  como informe especial, p. 23. Autor JCB


Historia y comunicación

              

                                                  28 de junio
                 
                   DESTITUCIÓN DE ILLIA. 54º ANIVERSARIO


Por juan Carlos Bergonzi 


A las cero y cuarenta y cinco  del 28 de junio de 1966, el presidente Arturo U. Illia comunica al pueblo de la República que, en su carácter de comandante en jefe de las tres FF.AA., ha ordenado se adopten de manera inmediata  “las disposiciones necesarias para el mantenimiento del orden constitucional

La orden es emitida con la conspiración ya definida. Cuarenta y ocho horas antes, el entonces comandante en jefe del Ejército Pascual Pistarini había informado a su fuerza que desconocería decisiones del presidente.

Esa madrugada Illia era consciente  que su tiempo al frente del poder ejecutivo estaba concluido. El plan para su derrocamiento se registra  en el marco del “golpe de Estado permanente”, como señala el historiador francés Alan Rouquié.

La instrucción dictada a los mandos no fue acatada. La Casa Rosada era un hervidero de rumores y aprestos para resistir la ruptura del orden institucional y la expulsión del presidente. Illia se quedó y fue sacado a empellones a la calle.

El quinto golpe de Estado, en el siglo XX, a un gobierno constitucional avanzó con vértigo y concluyó a las 7.15 de ese día frío y gris del invierno de 1966. Gran parte de la ciudadanía, dirigentes sindicales, autoridades religiosas  y políticos admitieron con benevolencia, tolerancia, pasividad un cambio que fue promovido con criterio científico por medios de comunicación de referencia, en esa década de 1960.

El plan comunicacional que preparó a la sociedad civil para aceptar la salida de Illia no dejaba atajos en lo directo y lo subyacente: era necesario, indispensable   salvar la Patria de la decadencia. Constituye  una de las experiencias de transmisión de contenidos, convertida en  objeto de estudio superlativo en  la manipulación del pensamiento. La influencia del mensaje pro golpe fue formidable. Los operadores semánticos a lo largo del discurso fueron elaborados con precisión: estancamiento, desorden, fuera de época, vejez, aburrimiento, sin proyectos  calaban hondo en la conciencia colectiva receptora.   * 

Esta particularidad obliga a exponer  variables   trabajadas  para convencer sobre  la imperiosa interrupción del mandato del doctor Illia. De ellas se obtenían los textos persuasivos. Algunas son: contexto de la Guerra Fría y la teoría de las “democracias restringidas”. La influencia de la revolución cubana (1959) como modelo para resolver cambios estructurales.  Proscripción desde 1955 del peronismo. La división de poderes.  

 La  pérdida de la democracia como modelo de convivencia. Otra variable significativa fue el respaldo electoral  de Illia que  accede a la presidencia con el 25 por ciento de votos. Esta proporción de sufragios subsistirá como el  síndrome Illia  en el devenir de la historia política institucional.

¿Era una solución sustituir a un gobierno  con precario  apoyo civil  por otro surgido de un complot cívico-militar convertido en una autocracia? El interrogante –si se concretó- se respondió solo, sin debates, aceptando con alivio la migración impuesta al gobierno radical.  
En días, la dictadura  mostró sus dientes: fue  en  julio,  con la  “Noche de los bastones largos”,  en la Universidad de Buenos Aires a pocas semanas   del facto a la  Casa Rosada.
Luego, la autodenominada Revolución Argentina tomará otras medidas tendientes a consolidar el “proyecto refundacional” del  país que sacudirán a la comunidad nacional. La orientación mesiánica se presentó sin reservas.

Entre las causales que el partido cívico-militar observó como preeminentes para invalidar al austero gobierno de Illia se pueden consignar: permitir comicios  sin restricciones. Anulación del Estado de Sitio. Limitación de ganancias a los laboratorios farmacéuticos y desarrollo de esa industria a nivel nacional (Ley Oñativia, 1964). Alejamiento de programas ortodoxos del FMI y crecimiento del PBI que llegó en esa década a valores de entre  4 y 5 por ciento. Cancelación de los contratos petroleros suscriptos por   Arturo  Frondizi, su predecesor también depuesto. Disminuir la deuda externa.

Se suman  dos causales relevantes:   la  enérgica   negativa de enviar tropas a Santo Domingo, República Dominicana, (1965) para una operación conjunta con EE. UU.  La misión  era acabar  con una revolución popular inspirada en la cubana. La idea de acompañar la invasión aterrorizó a la sociedad argentina. Eran los años de la guerra en Vietnam. Del servicio militar obligatorio. Illia rechazó de plano esa coparticipación bélica en otro país  americano.

La otra,  excluir  la comunicación fluida y elaborada con el pueblo.  No dar a conocer los  avances concretados en su gobierno. Sin   política  de publicidad de su administración, no se entendía cuál era el espíritu de su conducción y los hechos positivos alcanzados. El exceso de austeridad en ese campo  no favoreció la interacción  con sus gobernados.  Illia, se decía, tenía temor al  autobombo. 

Hace más de medio siglo ocurría este drama  en la Argentina. Hoy, desde la retórica se destacan las virtudes de Arturo U. Illia. La caída de ese presidente fue una apertura a la calamidad. En los sesenta fue objeto de una operación mediática que sedujo, cautivó  a miles. Lo humillaron, vilipendiaron, deshonraron.    Tal vez, el presidente, encarnaba a la República; la mayoría no lo advirtió.

Lo que vino fue el Onganiato  un  cometido de facto sustentado, según el escritor  Gregorio Selser, en “el orden  y la eficacia”. Todos conocemos los resultados. Vale la pena recordar.

  * Para profundizar sobre cómo operaron los sistemas y medios de comunicación  en  el derrocamiento de Illia, puede consultarse https://fadeweb.uncoma.edu.ar/extension/publifadecs/revista/Revista_12/05Juan_Carlos_Bergonzi.pdf

Día del Escritor. 13 de junio

                             La pasión por escribir
  
 Por juan carlos Bergonzi

No ser hincha de Gimnasia y no haber leído a Roberto Arlt fue una doble  carencia no perdonada por un compañero de estudios. Le confesé mi fervor por otra escuadra del fútbol nacional y eso lo calmó. Desconocer a su escritor favorito,  su inspiración para estudiar periodismo no lo soportó. Dando vueltas a mí alrededor y comentando  mi ignorancia,  Néstor Basile me convirtió al club de los fanáticos del periodista y escritor porteño nacido en Buenos Aires el dos de abril de 1900.
Néstor ya no está. Su nombre preside   una tribuna  de su   amado Gimnasia y Esgrima de La Plata. A Arlt, me consta, lo llevó siempre en su corazón. 
La primera lectura recomendada fue  Aguafuertes porteñas, una sucesión de miradas sobre Buenos Aires de 1930.  Sus observaciones, sutilezas y frontalidad  brutal  ganaron   la profundidad de  mi conciencia.  
Esas Aguafuertes se publicaban en el diario Crítica y fueron apropiadas por miles de lectores. El diario   tuvo que evitar  un día fijo para su salida a fin de no perjudicar el balance en las ventas. La adhesión fue total. Memorable. Interpretaba  el  estado de ánimo colectivo: fantasías, angustias y soledades. 
En la  carrera  de periodismo y comunicación de las universidades   se lee a este autor. Esa práctica no puede dejar de persistir. Osvaldo Soriano el autor de Una sombra ya pronto serás  comentó que, en su mesa de luz, siempre tenía disponible un texto de Arlt. Una sutil sugerencia a estudiantes. 
Novelista, cuentista, autor de obras de teatro   su producción literaria es ineludible para los argentinos. Hace décadas su escritura  tomó dimensión planetaria. 
El consejo de mi querido amigo platense todavía me resuena cuando trato de practicar la artesanía  de escribir.
La obra de Roberto Arlt está profusamente publicitada en la red de redes. El autor de El Jorobadito, Los siete locos, Los Lanzallamas,  El amor brujo…  dejó como expresara Julio Cortázar   “la interminable, indestructible fuerza de la gran literatura.”


Los 7 locos fue llevada al cine por Lepoldo Torre Nilsson en 1973. Actúan en los papeles centrales Alfredo Alcón y Norma Aleandro. Está disponible en YouTube.





Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina