Historia y comunicación

              

                                                  28 de junio
                 
                   DESTITUCIÓN DE ILLIA. 54º ANIVERSARIO


Por juan Carlos Bergonzi 


A las cero y cuarenta y cinco  del 28 de junio de 1966, el presidente Arturo U. Illia comunica al pueblo de la República que, en su carácter de comandante en jefe de las tres FF.AA., ha ordenado se adopten de manera inmediata  “las disposiciones necesarias para el mantenimiento del orden constitucional

La orden es emitida con la conspiración ya definida. Cuarenta y ocho horas antes, el entonces comandante en jefe del Ejército Pascual Pistarini había informado a su fuerza que desconocería decisiones del presidente.

Esa madrugada Illia era consciente  que su tiempo al frente del poder ejecutivo estaba concluido. El plan para su derrocamiento se registra  en el marco del “golpe de Estado permanente”, como señala el historiador francés Alan Rouquié.

La instrucción dictada a los mandos no fue acatada. La Casa Rosada era un hervidero de rumores y aprestos para resistir la ruptura del orden institucional y la expulsión del presidente. Illia se quedó y fue sacado a empellones a la calle.

El quinto golpe de Estado, en el siglo XX, a un gobierno constitucional avanzó con vértigo y concluyó a las 7.15 de ese día frío y gris del invierno de 1966. Gran parte de la ciudadanía, dirigentes sindicales, autoridades religiosas  y políticos admitieron con benevolencia, tolerancia, pasividad un cambio que fue promovido con criterio científico por medios de comunicación de referencia, en esa década de 1960.

El plan comunicacional que preparó a la sociedad civil para aceptar la salida de Illia no dejaba atajos en lo directo y lo subyacente: era necesario, indispensable   salvar la Patria de la decadencia. Constituye  una de las experiencias de transmisión de contenidos, convertida en  objeto de estudio superlativo en  la manipulación del pensamiento. La influencia del mensaje pro golpe fue formidable. Los operadores semánticos a lo largo del discurso fueron elaborados con precisión: estancamiento, desorden, fuera de época, vejez, aburrimiento, sin proyectos  calaban hondo en la conciencia colectiva receptora.   * 

Esta particularidad obliga a exponer  variables   trabajadas  para convencer sobre  la imperiosa interrupción del mandato del doctor Illia. De ellas se obtenían los textos persuasivos. Algunas son: contexto de la Guerra Fría y la teoría de las “democracias restringidas”. La influencia de la revolución cubana (1959) como modelo para resolver cambios estructurales.  Proscripción desde 1955 del peronismo. La división de poderes.  

 La  pérdida de la democracia como modelo de convivencia. Otra variable significativa fue el respaldo electoral  de Illia que  accede a la presidencia con el 25 por ciento de votos. Esta proporción de sufragios subsistirá como el  síndrome Illia  en el devenir de la historia política institucional.

¿Era una solución sustituir a un gobierno  con precario  apoyo civil  por otro surgido de un complot cívico-militar convertido en una autocracia? El interrogante –si se concretó- se respondió solo, sin debates, aceptando con alivio la migración impuesta al gobierno radical.  
En días, la dictadura  mostró sus dientes: fue  en  julio,  con la  “Noche de los bastones largos”,  en la Universidad de Buenos Aires a pocas semanas   del facto a la  Casa Rosada.
Luego, la autodenominada Revolución Argentina tomará otras medidas tendientes a consolidar el “proyecto refundacional” del  país que sacudirán a la comunidad nacional. La orientación mesiánica se presentó sin reservas.

Entre las causales que el partido cívico-militar observó como preeminentes para invalidar al austero gobierno de Illia se pueden consignar: permitir comicios  sin restricciones. Anulación del Estado de Sitio. Limitación de ganancias a los laboratorios farmacéuticos y desarrollo de esa industria a nivel nacional (Ley Oñativia, 1964). Alejamiento de programas ortodoxos del FMI y crecimiento del PBI que llegó en esa década a valores de entre  4 y 5 por ciento. Cancelación de los contratos petroleros suscriptos por   Arturo  Frondizi, su predecesor también depuesto. Disminuir la deuda externa.

Se suman  dos causales relevantes:   la  enérgica   negativa de enviar tropas a Santo Domingo, República Dominicana, (1965) para una operación conjunta con EE. UU.  La misión  era acabar  con una revolución popular inspirada en la cubana. La idea de acompañar la invasión aterrorizó a la sociedad argentina. Eran los años de la guerra en Vietnam. Del servicio militar obligatorio. Illia rechazó de plano esa coparticipación bélica en otro país  americano.

La otra,  excluir  la comunicación fluida y elaborada con el pueblo.  No dar a conocer los  avances concretados en su gobierno. Sin   política  de publicidad de su administración, no se entendía cuál era el espíritu de su conducción y los hechos positivos alcanzados. El exceso de austeridad en ese campo  no favoreció la interacción  con sus gobernados.  Illia, se decía, tenía temor al  autobombo. 

Hace más de medio siglo ocurría este drama  en la Argentina. Hoy, desde la retórica se destacan las virtudes de Arturo U. Illia. La caída de ese presidente fue una apertura a la calamidad. En los sesenta fue objeto de una operación mediática que sedujo, cautivó  a miles. Lo humillaron, vilipendiaron, deshonraron.    Tal vez, el presidente, encarnaba a la República; la mayoría no lo advirtió.

Lo que vino fue el Onganiato  un  cometido de facto sustentado, según el escritor  Gregorio Selser, en “el orden  y la eficacia”. Todos conocemos los resultados. Vale la pena recordar.

  * Para profundizar sobre cómo operaron los sistemas y medios de comunicación  en  el derrocamiento de Illia, puede consultarse https://fadeweb.uncoma.edu.ar/extension/publifadecs/revista/Revista_12/05Juan_Carlos_Bergonzi.pdf

Día del Escritor. 13 de junio

                             La pasión por escribir
  
 Por juan carlos Bergonzi

No ser hincha de Gimnasia y no haber leído a Roberto Arlt fue una doble  carencia no perdonada por un compañero de estudios. Le confesé mi fervor por otra escuadra del fútbol nacional y eso lo calmó. Desconocer a su escritor favorito,  su inspiración para estudiar periodismo no lo soportó. Dando vueltas a mí alrededor y comentando  mi ignorancia,  Néstor Basile me convirtió al club de los fanáticos del periodista y escritor porteño nacido en Buenos Aires el dos de abril de 1900.
Néstor ya no está. Su nombre preside   una tribuna  de su   amado Gimnasia y Esgrima de La Plata. A Arlt, me consta, lo llevó siempre en su corazón. 
La primera lectura recomendada fue  Aguafuertes porteñas, una sucesión de miradas sobre Buenos Aires de 1930.  Sus observaciones, sutilezas y frontalidad  brutal  ganaron   la profundidad de  mi conciencia.  
Esas Aguafuertes se publicaban en el diario Crítica y fueron apropiadas por miles de lectores. El diario   tuvo que evitar  un día fijo para su salida a fin de no perjudicar el balance en las ventas. La adhesión fue total. Memorable. Interpretaba  el  estado de ánimo colectivo: fantasías, angustias y soledades. 
En la  carrera  de periodismo y comunicación de las universidades   se lee a este autor. Esa práctica no puede dejar de persistir. Osvaldo Soriano el autor de Una sombra ya pronto serás  comentó que, en su mesa de luz, siempre tenía disponible un texto de Arlt. Una sutil sugerencia a estudiantes. 
Novelista, cuentista, autor de obras de teatro   su producción literaria es ineludible para los argentinos. Hace décadas su escritura  tomó dimensión planetaria. 
El consejo de mi querido amigo platense todavía me resuena cuando trato de practicar la artesanía  de escribir.
La obra de Roberto Arlt está profusamente publicitada en la red de redes. El autor de El Jorobadito, Los siete locos, Los Lanzallamas,  El amor brujo…  dejó como expresara Julio Cortázar   “la interminable, indestructible fuerza de la gran literatura.”


Los 7 locos fue llevada al cine por Lepoldo Torre Nilsson en 1973. Actúan en los papeles centrales Alfredo Alcón y Norma Aleandro. Está disponible en YouTube.





Día del Padre. Coloquios


                   Dibujo de Barco de vapor para colorear | Dibujos para colorear ...
Por Juan Carlos Bergonzi
  
   El encuentro se producía casi todos los días a la media tarde. No sé por qué motivo el lugar físico era frente a mi casa, donde vivía con mi familia. La calle   amplia, arenosa  y los árboles daban un marco propicio para ese momento que me llamaba la atención.
  Los miraba y descubría en ellos a señores muy serios y compenetrados en ese debate oral donde todos hablaban y   disfrutaban. La confluencia de nacionalidades marcaba una sociedad de inmigrantes. El señor Echevarría, vasco, el señor Macenco, de alguna parte la actual Rusia o Ucrania; el señor Narbaitz, vasco; Maugeri del sur de Italia y mi padre llegado de   Lombardía, Italia. 
   El  señor Narbaitz    participaba montado en su caballo. Los cuatro restantes en un círculo. ¿Qué los convocaba a esas reuniones? ¿Y cómo se consolidó ese grupo de hablantes que  -estimo-  no lograban   decodificar con claridad los mensajes. Sabía bien   por mi madre,  que tanto Maugeri como mi padre Octavio Bergonzi, no tenían posibilidad de comunicarse en italiano.
   Sí recuerdo que los temas no eran triviales o dedicados a terceros ausentes. Trataban cuestiones de sus países de origen, la actualidad de esos años, década de 1950, y algún otro ítem imposible de recordar. Tengo presente que esa especie de Babel, confusión de lenguas o medio castellano no era un impedimento para forjar amistades en un contexto de respeto y tolerancia.
   Me representa ahora  la Argentina poblada con gente venida en barcos con interés infinito en trabajar y construir. Esa escena de vecinos de la ciudad* que se permitían  un espacio para intercambios con opiniones  otorgaron en mi breve edad un componente de convivencia sana y necesaria. Lo expongo  con la perspectiva de los años;  reconocerse unos con otros en ese camino que emprendieron cuando las circunstancias los obligaron a ellos o a sus padres  a emprender  un largo viaje a una tierra de  esperanza.  
   Este flash que relato  fue una anécdota por largo tiempo. Ahora lo  resignifico. A escasos días para la celebración del Día del Padre escribo esto con gran afecto  a mi progenitor. Y también  a los  vecinos que junto a él  la palabra  los  hacía sentir cercanos, hermanados.

*Carhué, provincia de Buenos Aires. Argentina

Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina