¿Información suficiente? |
La intención de este post no es hablar sobre qué tan preparados estamos los y las ciudadanas locales para enfrentar un eventual cataclismo. Es claro que no lo estamos: no sabríamos para dónde ir, si correr o caminar, con qué equipaje, con cuánto tiempo ni siguiendo a quién. Podríamos decir que desde el punto de vista de la información, las poblaciones aguas abajo de las represas estamos condenadas de antemano.
La idea aquí es ver si los y las periodistas regionales estamos capacitados para informar durante y después de una emergencia. Podemos asegurar que no, y sin ser expertos en el tema, pretendemos hacer algunas reflexiones que nos provocaron las experiencias recientes en la región (la Cooperativa Obrera por ejemplo, cuya cobertura fue analizada por el sitio Fuera del Expediente) y en el país (La Plata, Buenos Aires). Son casos que nos dan pistas sobre qué deberíamos hacer pero sobre todo qué no.
- Cuando los medios deben enfrentar una emergencia, informan
hacia adentro de las poblaciones y hacia afuera, en donde hay
familiares y amigos atentos. Se lleva información a personas en
estado de shock, con un altísimo nivel de angustia y desesperación.
- Está claro que para la gente afectada la radio es quizás el
principal medio de comunicación. Sin luz, sin comunicaciones, no se
puede pensar dentro de un medio en trabajar sólo con los datos de
la gente que llama: es preciso estar en la calle. Más que nunca. No
existe internet ni red social que (sobre todo) en estos casos,
reemplace la calle.
- Información oficial centralizada. No significa que sea una sola persona la que informe. Sería imposible pensar que un sólo ser humano pueda atender la demanda de cientos y hasta miles de medios que quieren saber qué pasa. Muchas voces, pero con mensajes claros. No ayuda un simple conteo de muertos y desaparecidos, sino que las voces oficiales tienen que informar hacia adentro qué hacer, cómo, dónde. Información útil. Lo que no puede ocurrir (como ha pasado) es que ningún funcionario hable.
- Medios de comunicación y periodistas que actúen con prudencia,
profesionalismo y seriedad. Aquí no hay pelea por la primicia.
Nadie gana nada, pero muchos pueden perderlo todo. Chequear las
fuentes es una obligación del periodismo, pero en estos casos hay
que duplicar y triplicar el trabajo. No se pueden multiplicar
simples versiones, ni comentarios sin previa corroboración. La
gente espera información de los medios: qué hacer, cómo, adónde
ir. Señales claras, fuentes confiables, datos precisos. También
algo de tranquilidad, y no transmisiones de box. La falta de
información oficial, no habilita el vale todo.
- En algún manual sobre cómo actuar durante una emergencia,
se recomendaba una transmisión centralizada de los medios durante
el transcurso de la catástrofe. No creemos que eso tenga sentido en
estos tiempos en que las redes sociales construyen un relato
paralelo al de los medios. De modo que el posteo en redes, sobre
todo de periodistas y comunicadores y comunicadoras, debe ser igual
de responsable que en los medios. Después de todos, las redes son
medios de reproducción viral de noticias. Durante la tragedia de La
Plata vimos relatos conmovedores (vean si no a @sevdigiovani) pero
también informaciones sin demasiado chequeo que se expandieron como
reguero de pólvora y llevaron más angustia y desesperación. La
gente tiene una necesidad imperiosa de postear si es que sus redes
están en pie. Pero quienes tenemos como oficio el de informar,
debemos aplicar criterios de verificación estrictos. Sobre todo
sabiendo que mucha gente nos sigue porque nos dedicamos a esto.
- Por último creemos que es fundamental capacitarnos sobre el tema. Saber cómo actuar antes, durante y después de una emergencia. Desde los organismos oficiales ad hoc (AIC, Orsep, Defensa Civil), las comunas, los gobiernos provinciales, pero también desde los gremios, las facultades y escuelas.
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