Tres formas de subtitular videos en línea

Si queremos que un video tenga llegada a muchas personas en la Web, vale la pena tomarse el trabajo de subtitularlo. Incluso introduciendo subtítulos del mismo idioma que presenta el audio.

  • Porque son una ayuda importante para personas con discapacidad auditiva
  • Porque siempre es más fácil leer un idioma extraño que escucharlo
  • Porque puede leerse en el trabajo o en el cíber, donde muchas veces no tenemos parlantes o no podemos subir el volumen
Si ya está subido a la Web, hay (por lo menos que conozco) tres alternativas para agregarle el subtitulado, trabajando online y sin bajar ningún programa. A saber:

Opción 1. El mismo youtube permite agregar subtítulos a un video ya subido.
Pero, atenti: sólo a los que uno mismo ha subido a esa plataforma.

Opción 2. http://dotsub.com/
Permite editar videos propios y ajenos. Pero, como youtube, sólo funciona para los videos ya alojados o que vamos a alojar en esa plataforma. El sitio tiene ya algunos años y es un buen lugar para buscar videos traducidos.

Opción 3. http://universalsubtitles.org/
Es la más novedosa y, después de todo, por la que empecé este posteo. Podemos agregarle subtítulos a cualquier video ya alojado en cualquier plataforma. Así, nos ahorramos tiempo y trabajo. Genera un código para embeber en un sitio o blog que incluye el video original y, debajo, el texto.

Los subtítulos pueden ser reeditados por otra persona registrada en el sitio, como si fuera un artículo de Wikipedia.

Es una herramienta que trabaja con código libre y gratuito. Fue realizada por la organización sin fines de lucro Participatory Culture Fundation. Hace dos semanas que fue lanzada y ya tiene 2612 videos subtitulados.

La estuve probando y funciona muy bien:



¿Alguna otra opción de subtitulado en línea?

+Info:
Youtube ofrece además un editor en línea muy básico para trabajar las imágenes y el sonido de cada video, que hace poco relanzaron

La información está adentro de la comunicación

Por Juan Carlos Bergonzi*
Hace tiempo que un sector de las llamadas ciencias de la comunicación plantea la dicotomía entre informar y comunicar. La verdad es que no alcanzo a advertir la intencionalidad, como diría Ducrot, de la disyuntiva.

Así se expone en el artículo Informar no es comunicar, de Alfonso G-Dragón publicado en Página/12. No obstante la prosa de su autor invita a reflexionar.

Dejo de lado la inexistencia de los mass media que propone al inicio de la nota. Los fastidios sobre esos colectivos de información y comunicación, fundamentadas con citas de autores, no lo trato. Lo dejo para otro opúsculo.

Comunicación siempre atrajo más a extraños que a probos en el tema. Los orígenes de esta actitud es posible registrarla en que la “comunicación humana es un sutil e ingenioso conjunto de procesos”. El autor de la cita Alfred Smith (1972), compilador de un clásico tomo sobre comunicación y cultura, agrega que “la (comunicación) puede utilizar cualquier medio entre cien diferentes…”

Si la complejidad es informar o comunicar, creo que vamos por un camino brumoso. No veo con claridad la contradicción entre un periodista y un comunicador.

Vamos a la génesis de esta diferenciación surgida, estimo en el ámbito académico, poco propenso a las prácticas informacionales/comunicacionales que superen medios endogámicos o de escasa circulación.

La enseñanza formal y universitaria del Periodismo surgió, con preferencia, en EE.UU. de América (1908-1912). Y es cierto que nace por rivalidad de emporios mediáticos o rivalidades políticas. También por la esencia misma de la tarea empresarial periodística: ganar dinero, luego informar/comunicar.

Capacitar periodistas en las aulas tuvo otras razones menos maliciosas: “fortalecer la democracia o caer con ella” (Pulitzer, circa 1910) o la victoria política comentada por Dominique Wolton (1997) luego del estatuto del periodista en Francia (1935) “los periodistas y la información están en el núcleo de toda democracia”.

Comparto con G-Dragón que ello ocurrió a principios del siglo XX. Y los autores no sufrían el acoso de la posmodernidad que impone desempatar entre información y comunicación.

Es probable que la teoría matemática de Weaver haya comenzado a complicar a la academia mucho antes del fin de la primera década del siglo actual. Wolton en Penser la communication (1997) no formula apreciaciones diferenciales entre informar o comunicar. Mas bien lo sugiere como un dúo imbatible en la producción de riqueza y advierte de la próxima alianza de los grupos (de comunicación) con la informática, la televisión tendrá “la llave del siglo XXI”. Fue un pronóstico atinado.

Si la teoría matemática ofrece un modelo lineal, se agrega otro componente con la Cibernética: el conocido mecanismo de realimentación.

El periodismo actual deja, progresivamente, de ser vertical en sus envíos de contenidos y se transforma en interactivo. El periodismo con esta incorporación ¿informa y pasa a comunicar? ¿Comparte con los lectores/oyentes sus series lingüísticas irreversibles o reversibles? De alguna manera se estima que sí, transita ese camino. Pensemos en el añadido de las redes sociales y los actores sobresalientes que la integran con capacidad para crear agenda.

El periodismo se convierte en protagonista de una nueva era de interacción noticiable. Informar es comunicar. Héctor Borrat (2006) expone que los medios son "narradores en interacción” y que no se los puede concebir como meros vehiculizadores de información, como si fueran canales unidireccionales.

Una vieja consigna en las redacciones, vigente hasta la exasperación, es que los contenidos lleven información. Este principio tiende a ser poco aplicado en la actualidad y desmerece la calidad comunicativa. La devalúa y la frivoliza.

Un periodista, es cierto, en ocasiones no consulta sus contenidos a publicar. Antes, seguro, recorrió fuentes confiables, habló con colegas, revisó archivos, consultó lectores, verificó con profesionalismo la consistencia de sus pensamientos.

La información está dentro de la comunicación. Sin información, al menos en el periodismo, se pretende otra cosa. Cuando Eliseo Verón dice que un discurso se compara con otro discurso, nos señala el camino de la coparticipación en comunidad de intereses.

De nada sirve, y los vemos en la construcción discursiva del campo político comunicar mensajes sin información. Ni hablar de las omisiones programadas, los silencios estratégicos, las carencias de datos sobre los grandes problemas que afectan a la sociedad. Eso también pertenece a programas estratégicos de comunicación que dejan aislado a hombres y mujeres.

Hay una obsesiva posición de adjudicar a “los medios” un poder de penetración de sus mensajes en su diversidad de formatos. Si seguimos con el dilema info/com cualquier ciudadano puede estimar etnocéntrica la insistencia en atribuir a los media tamaña ventaja. No podemos regresar al razonamiento de la aguja hipodérmica. Más si se juzgan a los medios como emisores verticales de información y no de comunicación sustentada en procesos estratégicos.

Todo lo aquí escrito en relación con el ensayo de G-Dragón puede ser refutado en sus aspectos informativos y comunicativos. Le envío un saludo por sus inquietudes y por la virtud de exponerlas.

*Profesor investigador. Carrera de Comunicación Social
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
UNComahue. Argentina. 2010

BORRAT, Héctor “El primado del relato” en: http://ddd.uab.cat/pub/analisi/02112175n25p41.pdf
FONTCUBERTA, Mar y BORRAT, Héctor (2006) Periódicos: sistemas complejos, narradores en interacción. Buenos Aires. La crujía.
SMITH, Alfred (Comp.) (1972) Comunicación y cultura. 1 La teoría de la comunicación humana. Buenos Aires. Ediciones Nueva Visión
WOLTON, Dominique (1997) Penser la commnication. Madrid. Flamarion.

Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina