58 Aniversario de la destitución del Presidente Illia
La fragilidad de la memoriaEl 28 de junio de 1966 fue destituido el presidente constitucional Arturo Illia. El recuerdo de ese hecho que atentó y se reflejó por décadas en la vida institucional argentina pasó inadvertido en el espectro mediático en todas sus versiones. El siglo 21, con todos los recursos tecno comunicacionales, le prestó nula trascendencia a memorar el derrocamiento de uno de los presidente más honestos y republicanos de la historia nacional.
Vale recordar, con la posibilidad de ser repetitivo, que la causalidad de su caída tiene su origen en una fuerte manipulación de la ciudadanía por los medios comunicativos de entonces y en especial por publicaciones programadas, con mensajes producidos bajo la fuerza operadores semánticos difundidos, con persistencia planificada, con meses de anticipación.
Se llegó a un climax de exasperación en la mayoría de la sociedad argentina que, definido el golpe de Estado, vivió con efímera alegría la salida humillante del presidente. Fue una acción cívico-militar con apoyo de especialistas en comunicación seleccionados entre los mejores del país.
Desde la perspectiva de factores que influyeron para expulsar a Illia de la casa Rosada pueden señalarse los más destacados tales como: anulación contratos petroleros; la ley de medicamentos de producción nacional; la no intervención de las FF.AA. como parte de una fuerza interamericana de paz en República Dominicana, año 1965.
El temor del poder/partido militar argentino de entonces. a la influencia de la Revolución Cubana triunfante en 1959 en el contexto del mundo bipolar luego de la Segunda Guerra Mundial. (1939-1945)
La promesa de dar elecciones libres, sin proscripción del peronismo (desde 1955) a fin de encaminar a una estabilidad democrática a la Nación era un desafío que se consideró excesivo, por los grupos de presión y factores de poder, para la madurez política de esos años.
Existen, en la historia del derrocamiento, otras causalidades ya descriptas con precisión en la historiografía.
Se puede considerar que el asedio a la institucionalidad tuvo consecuencias lamentables. Años después, la Argentina entrará en una espiral de desencuentros que provocará, otra vez, un golpe de Estado. Este será terminal por sus acciones sustentadas en la crueldad y la irracionalidad.
Se ha dicho que la historia es un tejido continuo. El desapego a conocerla en profundidad ocasiona el desinterés por nuestro pasado con los efectos por todos conocidos.
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