Epecuén, sus aguas y cualidades terapéuticas. Recomendaciones


                

Por Juan Carlos Bergonzi                                                                                          (Última entrega)

El interés superlativo del folleto    era darle firmeza  a los estudios sobre las aguas del Lago Epecuén en 1925. El doctor Emilio V. Cabello,  radicado en Carhué, en su informe para la publicación  aclara dos cuestiones esenciales: la primera, que en esos años se hablaba con entusiasmo de las propiedades terapéuticas de las aguas  tanto por el público en general como desde el mismo cuerpo médico. La segunda se relaciona con un desconocimiento cabal de la composición química de las aguas lo que ocasionaba no poder establecer la calificación “del Lago como estación hidromineral” y la oportuna comparación con sitios equivalentes  de prestigio y fama en Europa ya mencionados en estas entregas.

La poca claridad al respecto, al menos en los profesionales de la salud de aquellos años la atribuye, en parte, a la escasa trascendencia que  la Facultad de Medicina otorgaba en su currículo a programas de este tipo  “no obstante  ser nuestro país  tan bien dotado de fuentes termales e hidrominerales”

“Estas curas son uno de los factores  más importantes de la terapéutica moderna y como dice el distinguido terapeuta Alberto Robin  uno de los mejores recursos para establecer el equilibrio fisiológico es decir la salud”

El doctor Cabello, como en el caso del doctor Razquin, formula aportes surgidos de su práctica profesional. “Tengo el más arraigado convencimiento –dice- después de haber  seguido innumerables casos, que el día que se puedan aplicar las aguas científicamente y según las necesidades, características e indicaciones  de cada caso en particular, los beneficios a obtener serán realmente importantes”

También manifiesta una advertencia “las indicaciones  terapéuticas de las aguas son numerosas pero no tan variadas como las desea el usuario común”. Señala que no son como popularmente se decía en esos años (década de 1920): “maravillosas” “panacea universal” o “especie de curalotodo” debido a que tienen contra indicaciones -previene- “algunas formales”

“La primera condición de las aguas es el ser eminentemente tónicas, provocando una asimilación más completa, un aumento favorable de los cambios (metabolismo) y una eliminación rápida de los residuos orgánicos”. Destaca el doctor Cabello los beneficios  en enfermedades infantiles tales como “raquitismo, escrófula, linfatismo, pretuberculosos, la tuberculosis llamadas quirúrgicas, entre otras” Desde su práctica médica dice “es notable ver como mejora el estado de estos enfermitos”

“El reumatismo crónico constituye otra  de las grandes indicaciones de estas aguas en sus manifestaciones diversas…”  También en este punto comenta casos surgidos de tratamientos año a año y su evolución favorable.

Cita enfermedades de la piel como el acné y la psoriasis que pueden mejorar, pese a su rebeldía, a lo largo de baños en Epecuén. Por último en el segmento de contra indicaciones  más comunes tales como no emplear los baños” sobre todo a temperaturas ordinarias de las aguas” pone de relieve la senectud o la edad avanzada de los enfermos. “Es muy frecuente ver numerosos ancianos en días relativamente fríos, estoicamente resisten temblando asistidos por la secreta esperanza de dejar en las bondadosas aguas una buena carga de dolores… ¡y años!

Recomienda el cuidado médico con este tema a fin de ser cuidadosos con las contra indicaciones y prevenciones antes de tomar baños en el Lago.

Esta entrega constituye la última. Se ha querido reflejar, en consulta con la fuente de información El Lago de Epecuén y sus maravillosas aguas, Buenos Aires 1925, editada por el Establecimiento Gráfico Argentino, el pensamiento de esos años sobre las bondades curativas del agua y la perspectiva médica, científica y turística de la Estación Termal.  La iniciativa de la publicación correspondió a la Comisión de Fomento de Carhué  bajo la presidencia de Arturo D. Vatteone y las vocalías de Lucas Torres  y Ramón Razquin.
     
Este retorno a cómo se ofrecía Carhué y el Lago Epecuén  en 1925 no tuvo otra intención que memorar el entusiasmo, el compromiso y la perspectiva de hacer   una gran Estación  Termal no sólo de la Argentina sino de “Sud-América”.  

Ese era el espíritu en aquellos  tiempos.






Una lectura   para actualizar las bondades terapéuticas del Lago es el libro del doctor Enzo Alejandro Gasparri Termas de Carhué. La salud por Lago Epecuén. Se puede encontrar  la   versión digital: http://www.cparquehotel.com.ar/carhue.html#libro





        

Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina