¿Cómo estás, corazón?

Nelly Sosa, recibiendo un reconocimiento en los 40 años de la UNComahue (Foto Notifadecs)

Nadie puede pensar en la ausencia definitiva de Nelly en su querida aula 12 de la Fadecs.

La muerte la apagó en la nocturnidad, su momento preferido de la jornada.  Rápida y fatal no le dio espacio  al padecimiento ni agonías lacerantes. Ella, en la informalidad de amigos y compañeros, pretendía una partida así. Y así fue, sorpresiva e inexorable. Se cerraba un día y en las primeras horas del otro partió. La sorpresa altera corazones y agobia espíritus.

El desconsuelo y el dolor hermanaron a familiares con decenas de seres que cultivaron su amistad, compartieron su trabajo, frecuentaron su casa o pasaron bajo su tutela docente.

Quedó junto a su querido abuelo en la soledad del descanso irreversible.   La radiante   mañana del martes 15  dio un marco luminoso para acompañar su cuerpo. La empatía con ella estaba; resonaban sus dichos, conductas, afectos…que moderaron por instantes el sentimiento de la fragilidad de la condición humana.

Un grupo de estudiantes, cada uno con una flor, provocaron una imagen viva, juvenil, sentida, de la inquebrantable corriente de entendimiento de la profesora con sus discípulos.

Una hermana, como se refirió a ella  Alicia, que deja  una familia  a la que amó    de manera conmovedora. El dolor de sus queridos repica con fuerza abrumadora.

¿Cómo estás, corazón?  era su forma de iniciar un diálogo. ¿Qué responderle a un ser que te recibe con esa ternura?  Todos sus colegas   supieron de su talento y su generosa entrega a la tarea. De su presencia activa en las grandes decisiones y en los intercambios dirigidos a mejorar, perfeccionar, la razón y esencia del compromiso laboral.

La contribución silenciosa, su disponibilidad para producir, resolver, jerarquizar, apoyar fueron sus señales y sus signos. Pedía trabajo a cambio de no figurar ni distinguirse. No necesitaba distinciones. Su práctica era el testimonio de aquello de “servir y no ser servido”.

Todos morimos un poco con la partida de Nelly. Nuestros corazones están golpeados. Nos queda su mirada a los ojos, sus sentencias, definiciones y, por sobre todo, su entusiasta ejemplo  de  forjar el bien a los demás.

Una excepcional virtud de los  privilegiados. 

   

Juan Carlos Bergonzi  

1 comentarios:

Anónimo 16 de octubre de 2013, 11:18 p.m.  

No es una distinción que, al menos en mi caso, despierta curiosidad. No puede estar ausente en un recordatorio de un profesor universitario con el que se ha compartido todo un ciclo académico, conceptos vinculados a su quehacer. En este sentido, dignifica a la figura que se destaquen características como talento, generosa entrega, presencia activa, compromiso, eludir la figuración vacía.
En la partida definitiva del ser querido, el marco profesional que contextualiza la elegía se nutre del afecto. Y se constituye a través de una serie de notas psicológicas que emanaban en vida del ser que ya no está físicamente con nosotros. Una caracterización que por verdadera no puede menos que contagiar el mismo sentimiento. Se hace recíproco. No ahora, en el momento culminante, sino desde siempre. Aunque se haya presentado de una manera apenas disimulada.
De otra manera no se entendería que haya sido captada por sus destinatarios. Por eso el ¿Cómo andás?, que rememora en un diario electrónico regional el profesor Fabían Bergero, o, en el mismo sentido el ¿Cómo estás, corazón? , que destaca el profesor Juan Carlos Bergonzi en el presente texto, tienen esa carga viva. La de la ternura, la de la mirada a los ojos, depositaria probablemente de la misma fuerza abrumadora que ponía en su trabajo.
Y eso es sentirse discípulo de alguien, entregarse al aprendizaje bajo la dirección de un maestro, una acción, en este caso el impartir conocimientos, que trasciende a los tiempos posteriores en que fueron ejercidos. Mayor relevancia cobra entonces el ejercicio de una amorosa tutela, la del docente, que emite autoridad por su profundo sentido del cuidado de la persona. De estas cosas piensan y escriben hoy sus compañeros de Facultad, son esas definiciones que debieran darnos fuerzas para continuar con uno de los grandes aprendizajes que nos legó Nelly.
Adrian Pereyra

Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina