Pasión y tenacidad
El ARTE DE RESTAURAR
"Lo que empezó como un hobby, afición, concluyó en una profesión definitiva” comenta Gabriel N. Callejo (40) cuando mira el taller de reparación y restauración de automóviles antiguos y otros con edades intermedias destinados a convertirlos en autos de colección.
Con su socio y amigo, Ernesto Fontán (46) llevan adelante esta apasionante aventura de reconstruir vehículos, algunos casi con un siglo de antigüedad, de manera integral y hacerlos funcionar como en sus años de esplendor.
Ernesto Fontán y Gabriel N. Callejo
Por Juan Carlos Bergonzi
“Los autos llegan destrozados, arrumbados. dice Gabriel pero los entregamos andando” luego de un lapso que puede ser extenso por la dificultad, en ocasiones, para reponer piezas, repuestos o partes de carrocería que están sin posibilidad de reconstrucción o arreglo si la cuestión es mecánica.
Todas las etapas. de un proceso de volver una unidad a su formato original, las resuelven los dos incansables emprendedores. Relatan que se sintieron agobiados de involucrar a terceros y decidieron acometer los trabajos solicitados entre ambos, sin “tanta dependencia”. Excluyen a los tapiceros porque es un oficio que escapa a sus conocimientos y habilidades. Lo demás todo en casa.
Al enorme galpón donde se alojan y se reparan los autos y camionetas lo han designado como Old School Garage y está asentado en un barrio de General Roca, Río Negro, Argentina.
Los jóvenes artesanos de la restauración de automóviles añosos son “nacidos y criados en Roca”. Para ellos es un privilegio estar en esta parte de la Patagonia Norte cerca de sus familias, amigos de la infancia; se sienten apoyados en la tierra donde comenzaron su vida.
La Pandemia bloquea
Gabi y Ernesto están desde el 2020. Con pocos meses de instalados aparece el Covid. Sorprende en la génesis de esta pasión por los fierros, como se suele decir en el ambiente automovilístico. No se desalentaron, la juventud del proyecto y la propia los llevó a tomar decisiones difíciles en relación con las medidas gubernamentales. Presentaron notas, pedidos de consideración y fueron denegadas.
Al mes y medio de estar cautivos en sus domicilios y al no estar contaminados dispusieron retomar con sigilo y prudencia el trabajo en el garaje-taller. Para llegar y salir actuaban “en modo delincuencial”. Si ésta infracción se analiza hoy en día todos los comentarios resultan innecesarios.
La pasión como la confianza en lo que se hace mueve montañas, como diría algún teólogo o también, menos retórico, firmes voluntades.
A casi cinco años de inaugurado el Old School Garage su capacidad de alojamiento de unidades para reparar-restaurar se observa colmada. Hay varias que están para la entrega. Sus propietarios lo saben y se gratifican.
Imaginemos al dueño de la camioneta Chevrolet 1928, con el propulsor que suena como un piano alemán rodando por las calles de esta ciudad agrícola-industrial y exportadora. O el feliz poseedor de un jeep Willys 1946 importado de EEUU un año después de concluida la Segunda Guerra Mundial. También encender el motor de seis cilindros de un Chrysler 66, de 1929, sedan cuatro puertas, señorial, debe ser una experiencia única.
Un Volkswagen modelo 1957, escarabajo, resplandeciente. industria alemana de la posguerra con su tapizado evoca perfeccionismo. En tanto, una cupé Dodge GXT 1972 conmueve por su porte y su motorización. Inspira para emular a Colapinto.
Ingresar al Garage-taller provoca nostalgia,asombro. Pero nada supera la admiración que despiertan los jóvenes Gabi y Ernesto con su artesanía manual e intelectual sustentada en la pasión.
Ellos logran impactar a los entendidos y a los sensibles vivientes devotos del colosal universo de los automóviles. Más aún cuando restauran con minuciosidad extrema auténticos autos de colección. Pasión y tenacidad le dicen.
Los interesados en ampliar contenidos e imágenes consultar en
Twittear