El 30 de octubre de 1983 los argentinos vivieron con intensidad la jornada electoral. La dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976 llegaba a su fin. El deterioro del gobierno de facto fue manifiesto luego de la derrota en Malvinas en junio de 1982. Los tiempos de la historia fueron severos. Ya nadie soportaba el autoritarismo y la vocación democrática surgió casi con desesperación en millones de ciudadanos hartos de golpes cívico militares, salidas electorales condicionadas y gobiernos constitucionales frágiles, sometidos a la vigilancia y acción del partido militar.
La campaña electoral, que precedió el domingo eleccionario de octubre de 1983, constituyó un punto de inflexión en el campo de la comunicación política en la Argentina de los ochenta. Del silencio castrense se pasó a la euforia de la propaganda destinada a persuadir voluntades cívicas.
Con una red de diarios tradicionales nacionales y provinciales y una trama de canales radiofónicos y televisivos, los partidos políticos se dispusieron a conquistar al electorado. El justicialismo con su candidato Italo Argentino Lúder, un hombre respetado y considerado dentro y fuera del movimiento peronista. Enfrente, el titular del movimiento de Renovación y Cambio de la Unión Cívica Radical, Raúl Ricardo Alfonsín.
Fue la más grande y visible irrupción de la política luego de prohibiciones y censuras, desapariciones y exilios. El radicalismo y peronismo, adversarios de siempre, se planteaban llegar al poder de la República e iniciar la reconstrucción. La nación demandaba de sus dirigentes una tarea descomunal. Regresar a los valores republicanos. Restaurar las leyes de la constitución; establecer un pacto de convivencia sin violencia política ni terrorismo de Estado, un claro y transparente estado de derecho.
Comunicación y Estrategias
El modelo de la “tiza y el carbón” de los cuarenta, se repitió bajo la percepción de lo arrollador del movimiento nacional y popular surgido el 17 de octubre de 1945.
Una sufriente sociedad humana esperaba otros signos, mensajes y señales en la maravillosa oportunidad de la recuperación del sistema democrático.
Los enunciados para gobernar los próximos seis años no agregaban mucho a las clásicas consignas justicialistas ya vividas con intolerancia y confusión en el periodo constitucional 1973-76.
Las manifestaciones de sus dirigentes, sin incluir esquemas comunicacionales modernos, elaborados, vigentes para el momento, se caracterizaron por la burla y la crítica a los antagonistas. Las propuestas no interpretaron el contexto de cambio.
Actos multitudinarios conformaron una estética que el pueblo pretendía dejar atrás. La relación receptor-ciudadano con emisores - propuestas crujió con ruidos semánticos que aún se estudian en la academia.
El constitucionalista y postulante a la presidencia Italo A. Lúder, con gesto adusto y de preocupación no ofrecía, una imagen atinada del hombre pretendido para la epopeya soñada.
Con investigaciones de la opinión pública, lecturas de textos tales Cómo se hace un presidente y la conformación de un grupo de publicitarios profesionales más la intervención directa de Alfonsín, propusieron mensajes para la televisión, la radio y la prensa diferenciales en fondo y forma.
Los hombres del que sería presidente a partir del 10 de diciembre, intercambiaban ideas y planes sin excluir la personalidad descollante, serena, formal y actualizada del candidato de la UCR.
La búsqueda de valores sentidos, guardados en la consciencia colectiva se expuso para compartir socialmente. El amor y apego a la letra constitucional con la repetición del preámbulo, más propuestas no antagónicas con el éxito pretérito del peronismo, fueron estableciendo un marco de respuestas positivas en los propios sectores justicialistas y en miles de jóvenes que, por primera vez, ejercerían su derecho a voto.
Sería el gobierno una aurora para la Patria, superadora, bisagra en la trágica y agónica historia argentina. El candidato con su carisma se convirtió, en pocos meses de campaña, en el hombre elegido, el hombre que hace falta como destacaron eslóganes publicitarios.
El pueblo eligió aquel 30 de octubre de 1983 y el veredicto de las urnas fue concluyente: Raú Ricardo Alfonsín, UCR, triunfó con 51,75 por ciento. Italo Argentino Lúder del Movimiento Peronista alcanzó el 40, 6 por ciento.
Treinta años después sin interrupciones la Argentina recuerda aquel momento de dignidad, ilusión y promesa de futuro.