UNA REFLEXION DE SAN MARTÍN A LAVALLE

    

                      

     La muerte por fusilamiento del joven gobernador de la provincia de Buenos Aires, coronel Manuel Dorrego es, aun, un crimen que conmueve la historia de la Argentina. 

     El hecho, considerado por el escritor José Pablo Feimann "el primer golpe de Estado" a pocos años de declarada la Independencia, espanta por la forma en que se concretó luego del derrocamiento de Dorrego a manos de un ex compañero de armas, Juan Lavalle. 

     Influenciado Lavalle, luego de la destitución del gobernador legítimo, por medio de cartas y misivas redactadas por hombres de leyes decide de manera vertiginosa   "intimarlo a morir en el plazo de una hora", acción que se cumplirá inexorablemente  el 13 de diciembre de 1828 a las dos y media de la tarde en Navarro, provincia de Buenos Aires. 

    Lavalle asume su responsabilidad y la muerte de Dorrego lo atormentará; torturará toda su existencia. Encarnaban  dos concepciones políticas distintas. Según la historiadora Lily S.de Newton "uno el federalismo rudimentario y el otro el unitarismo utópico" 

     Los corresponsales de las  cartas, demandando la pena capital para el coronel Dorrego, pidieron a Lavalle que  destruya la correspondencia, cosa que no ocurrió. 

     Enterado San Martín del trágico suceso envía  una carta a Juan Lavalle. En un párrafo  sobresaliente el Libertador le dice:  "Permítame, usted, general  le haga una sola reflexión a saber: que aunque los hombres en general juzgan de lo pasado, según la verdadera justicia y de lo  presente según sus intereses, en la situación que usted se halla, una sola víctima que pueda economizar a su país, le servirá de un consuelo inalterable, sea cual fuere el resultado en el que se halla empeñado, porque esta satisfacción no depende de los demás, sino de uno mismo".

171º Aniversario de la muerte del  Libertador José de San Martín.


     

     


    

Tristeza


 

 El canal principal de riego que cruza las ciudades del Alto Valle de Río Negro  presenta, a pocas semanas de regresar el agua a su cauce, debilidades en su mantenimiento. 
Las imágenes que se exponen corresponden al tramo entre la Central Hidráulica, calle Buenos Aires, y la avenida Mendoza de esta bella y pujante ciudad de General Roca, provincia de Río Negro. 
 Esta obra, construida entre 1911 y 1928  para el curso de agua   se considera una de las obras mas extraordinarias y ejemplares destinada a la irrigación. 
 A principios de septiembre, el agua estará de nuevo pasando hacia su noble misión de regadío del valle productivo. 
 Años atrás, este hecho se celebraba con alegría; era una de las costumbres culturales de la sociedad vallenata. 
 Ahora, además del magnífico y cuidado  parque lineal  desarrollado  a sus márgenes, se observan, en su seco cauce,  restos de objetos  y sedimentos de varios años sin erradicarlos. 
 El agua tapará todo y la naturalización del estado de canal no inquietará más a los vecinos.  Pero quedará  ahí, no visible,  hasta el próximo ciclo del invierno. Lo descripto provoca reacciones y sentimientos encontrados: prevalece uno con intensidad: tristeza.   


Somos docentes de la Universidad Nacional del Comahue y escribimos desde el norte de la Patagonia, Argentina.
Investigamos sobre periodismo impreso y digital.

General Roca, Argentina